Semilla Auto-Existente.

Buscando la Luz(abstracto)

Desde el 26 de Julio del 2009, estamos en el año de la Semilla Auto-Existente del calendario Maya, dejo una forma de describir su significado:

La semilla germina en un campo fértil, en tierra fértil. Puedes arrojar semillas sobre las piedras pero no pasará nada. La culpa no es de la semilla. Es necesaria la época apropiada, es necesario el momento apropiado, es necesario el terreno adecuado. Sólo entonces tomará vida la semilla y se transformará.

La semilla no puede saber lo que va a pasar: nunca ha conocido a la flor y ni siquiera puede creer que contiene el potencial de transformarse en algo semejante, en una hermosa flor. El viaje es largo, y siempre resulta más seguro no emprenderlo porque el camino es desconocido, nada está garantizado. Mil y uno son los riesgos del trayecto, muchas son las trampas; y la semilla está segura, escondida dentro de su dura coraza. Pero la semilla está segura, escondida dentro de su dura coraza.

Pero la semilla intenta, hace un esfuerzo: se deshace de la protectora cáscara, que es su seguridad, y empieza a moverse. Inmediatamente comienza la batalla: la lucha contra el suelo, las piedras, las rocas. La semilla era muy dura pero el brote será muy, muy blando, y los peligros serán muchos. No había peligro para la semilla; hubiera podido sobrevivir durante milenios.

Sin embargo, para el brote existen innumerables peligros: brota hacia lo desconocido, hacia el sol, hacia la fuente de luz, sin saber dónde, sin saber por qué. La cruz que ha de ser transportada es grande, pero la semilla está dominada por un sueño y, entonces, se mueve.

Lo mismo es el camino para el hombre. Es duro y requerirá mucho valor.

Osho, de su libro Dang Dang Doko Dang: Charlas sobre el Zen

Viaje.

Mirando a travéz de la ventana

Recuerdo ese viaje, donde estaba  en el asiento trasero del auto de mi padre, viajando probablemente a visitar a mis abuelos que vivían afuera de la ciudad. Era un viaje más, pero siempre algo que no podía ser detectado captaba mi mirada, no era nada en concreto. Probablemente justo lo contrario. Todo el camino era silencioso y oscuro. Como en trance, mirando la ruta que pasaba a toda velocidad, nada llamaba mi atención. O todo llamaba mi atención, pero no parecia nada.

La vista acostumbrada a la oscuridad se vuelve algo más fina, y aparecen contornos desfigurados al final de las sombras. Buscaba encontrar algo tangible, pero nunca terminaba el proceso de dar forma, siempre pasan las cosas a toda velocidad, nunca daban tiempo. Quedandose un vago principio de algo, que obviamente nunca sabré lo qué podría haber sido. Si no fuese por los contornos y alguna que otra luz perdida en el fondo, parecería que el tiempo no viajaba con migo.

El tiempo había comenzando a contar como mi padre me sacaba en brazos fuera del coche.